POEMA PARA DOS ADOLESCENTES

Dedicado a mis hijas María Mercedes
y María Eugenia.

No pensaba, pequeñas, escribirles en éste,
libro de la nostalgia, de penas y agonía;
ya que ustedes han sido desde su engendramiento,
mi más caro tesoro, mi mayor alegría.

Pero veo que ahora se me van de las manos,
sin querer, de a poquito, porque han crecido tanto.
Detener los relojes ya sé que es imposible;
esto me da tristeza y origina este canto.

No sé cuándo, algún día, tal vez he de faltarles
y han de enfrentarse a un mundo que yo no he construido.
Al andar sus caminos no todas serán rosas;
deben saberlo entonces, antes que me haya ido.

No se alejen jamás del sendero del bien;
aunque sea muy duro llegarán a destino.
La ostentación y el lujo no son lo perdurable,
y se encuentran muy fácil en el otro camino.

Los néctares más dulces están en esas cosas
pequeñas y muy simples, casi insignificantes;
las que el mundo no mira, cegado por la luz
engañosa y fugaz del oro y los brillantes.

Amen siempre el honor, el saber, la verdad;
lo que escribe mi pluma, creo muy claro está.
El amor que hube dado, yo sé dará sus frutos;
Las abraza en el verso, su querida mamá.

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(C) Copyright 2008, Ana María Cuarti.
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