SONETO DEL ADIÓS

No he de volver mis ojos para verte
en esta amarga y cruenta despedida;
sólo me iré sangrando por la herida
que me causó la pena de quererte.

Porque amarte, mi amor, y no tenerte
es la crucifixión para mi vida,
vida que transcurría anochecida
apenas antes ¡ay! de conocerte.

Adiós, aunque te siga amando tanto;
tú serás para siempre mi quebranto;
no he de encontrar para esta pena olvido.

Adiós, ya para siempre habré partido
llevando tu recuerdo atardecido,
en mis ojos nublados por el llanto.

Índice

(C) Copyright 2008, Ana María Cuarti.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS